El que más y el que menos sabe que los gatos son animales bastante particulares. Tienen fama de ser algo antipáticos o poco sociables y la verdad es que tengo que decir que este punto es cierto. Yo tengo cuatro gatos en casa y por lo general desaparecen cuando hay visitas. Si aparecen, no es para socializar (salvo Bruno, que es un poco raro en ese sentido). En el caso de los tres gatos que estuve cuidando, la única que parecía no tenerme ningún tipo de respeto era Jara, que se dejaba acariciar e incluso cepillar mientras ronroneaba.
Karibia, la gata negra, estaba un poco a mitad de camino. Huía algo de mí pero se acercaba en cuanto cogía la lata de comida y se frotaba contra mi pierna. Eso sí, si intentaba acariciarla ponía tierra de por medio y se tumbaba lejos de mí.
Benbe ha sido el caso más especial. Al principio me bufaba cuando me acercaba. Luego solo huía y finalmente mantenía una distancia prudente con respecto a mí. De hecho, en los últimos dos días he llegado a acariciarle aunque él no lo ponía nada fácil, encorvando el cuerpo, reptando si era posible, pero sin bufarme ni salir corriendo, lo cual ha sido todo un logro.
Hoy ya vuelve su dueña y seguro que a ellos les hace más ilusión ver cómo ella entra por su puerta en vez de ese desconocido alto y desgarbado que ha estado entrando durante los últimos 10 días. Yo espero haberles ayudado a pasar un buen rato cada día, jugando, comiendo y descansando.