La semana pasada fui a cuidarles cuatro veces. En total, cuatro horas en las que prefieren tumbarse encima de mi abrigo antes que hacer otra cosa. Solo se mueven de ahí cuando les pongo la comida y cuando abro la puerta de la casa para irme. Tienen muchos juguetes pero no parece interesarles ninguno. A veces he jugado con Lola pero necesito algún tipo de palo largo. Porque la gata Lola me araña también cuando juego con ella.
Pero la verdad es que son unos gatos súper majos. Cuando abro la puerta, allí van los dos rápidamente a ver quién es. Me huelen durante un minuto o dos y luego se van. En estos días de invierno, dejo el abrigo encima de una mesa y allí van los dos. Primero huelen y luego se tumban a dormir. La rutina es más o menos la misma, salvo cuando hace calor. En esos días no me hace falta llevar ropa de abrigo y se reduce el entretenimiento.
Espero volver a verles esta semana. No me ganaré a Lola como tengo ganados a mis gatos pero bueno, lo intentaré. Solo debo tener cuidado con sus uñas. No sabe lo que se pierde con un abrazo.